Esta sala es un relicario, un almacén en el que cuelgan las pieles y cuerpos de aquellas mujeres que se vieron obligadas a mutar para superar la adversidad.

Ingresen a este espacio con la misión de rescatar claves para descifrar la mitología de una civilización desconocida, congelada en una temporalidad paralela; civilización compuesta por figuras femeninas cuya carne fue transformada por el fuego, para sobrevivir los ritos impuestos por la masculinidad y las pedagogías de la crueldad. A través de la anatomía intermitente de estas quimeras, es posible construir un camino que libere nuestros propios cuerpos.

Nicole Chaput es una artista que se sigue autodenominando “pintora”. Insistir con la pintura tiene, para ella, una razón particular: retomar un medio artístico que ha sido, históricamente, el mecanismo predilecto de los aparatos del poder patriarcal para dictar el “deber ser” de la apariencia física; asumiendo una responsabilidad de confrontarlo y transformarlo desde adentro. La pintura, además, ha “embalsamado” los cuerpos de quienes representa desde una mirada masculina: los mantiene de una sola forma, eternamente, privándolos del derecho a evolucionar. Aquí, el medio pictórico se desdobla, y el bastidor se convierte en un expositor giratorio a escala humana que permite combinar tres cuerpos femeninos fragmentados.

En la práctica de Chaput se entremezclan referentes a la literatura, el universo de la moda y la historia del arte. Estas obras despliegan citas a pintores como Ingres, Schiele y Siqueiros, entre muchos otros; y vuelven corpóreos fragmentos que van desde el guardarropa virtual de Cher Horowitz de Clueless (1995), la animalidad en colecciones como Voss (2001) de Alexander McQueen, la carnicería lírica de Sylvia Plath o las “mujeres ardientes” de Mariana Enriquez. Las mujeres escaparate que habitan la sala protestan en contra de los cánones de belleza impuestos sobre los cuerpos femeninos a través de estas esferas culturales.

Embalsamada con picante es un cadáver exquisito de mujeres que, de tanto verse representadas por ojos que no eran los de ellas, empezaron a mutar. Un espacio que las honra, que les devuelve su derecho a la transformación y a ser grotescas; que muestra aquello que nos irrita y nos quema; que sugiere un camino para renacer después del incendio, a partir de las brasas.

Isabel Sonderéguer

Curaduría: Isabel Sonderéguer