Pérez (1950) presentó objetos cerámicos, horneados unos a alta y otros a baja temperatura, siendo algunos constituidos por gres vitrificado y otros por barro rojo. Dos técnicas y dos materias establecían vasos comunicantes entre la cerámica de occidente y la de oriente, y entre las nuevas formas y usos de la cerámica y su pasado precolombino; en este caso, el barro rojo refería concretamente a la cultura de Teotihuacan.