Casi ocho mil millones de seres humanos habitamos este instante. En un muy breve lapso hemos conseguido instaurar la huella de nuestra presencia colectiva en los ecosistemas terrestres. A pesar de los pesares este planeta se calienta, la Amazonía se incendia y los polos se derriten. Pensarnos al borde de la extinción no es una exageración ni una metáfora pesimista sino un pronóstico fundamentado. Han calculado que los 4, 5 o 6 grados que la temperatura se elevaría para 2050 significarían la extinción del 94 por ciento de la humanidad. Con tal colapso en la frente es natural, también, que haya negación al respecto o una fantasía desmedida por pensar que la tecnología salvará todo.
La modernidad, ahora sí, está en ruinas y la civilización en una inflexión que anuncia una nueva era. Junto a muchxs de nosotrxs innúmeras especies desaparecerán.
¿Cómo se vive entonces? ¿Qué realidad y reflexión puede potenciar e incitar un museo en este contexto?
Nuestra respuesta, parcial, es Tiempo compartido, un experimento con inspiración biológica que propone un proceso simbiótico: cooperación entre miembros o partes para pensar y actuar juntxs, sin huéspedes ni parásitos, en un ensayo de mutualismo al devenir.
Durante diez meses el espacio será habitado por heterogénexs artistas y colectivos que harán del museo un lugar de creación en el sentido más extenso: la energía mutando a forma. No sobra precisar que no nos limitaremos a exhibir obras u objetos terminados, auráticos, sino los procesos creativos en su esplendorosa imperfección, los cuales a veces, y solo a veces, devienen materia. Bajo estas premisas la noción del visitante como espectador resulta inútil y urge su involucramiento activo: estos procesos son posibles, solo, conspirando colectivamente.
Mauricio Marcin Álvarez
Curaduría: Mauricio Marcin Álvarez
Asistente curatorial: Anel Jiménez, Tomás Pérez e Isabel Sonderéguer