Para Richard Meier los lugares de encuentro deben personificar el sentido de inspiración que yace en el corazón de toda idea urbana, de tal manera que sus diseños arquitectónicos no sólo acomodan la actividad humana, sino también contribuyen activamente a la modelación de las acciones humanas y, por lo tanto, ayudan a transformarlas en algo que podamos reconocer como significativo y satisfactorio.
Parte de su filosofía recae en la importancia de un binomio esencial de la vida en la ciudad: la accesibilidad, combinada con lo necesario para dar forma nuestros ideales, esto es, para crear disponibilidades. Para Meier, la tarea del arquitecto es promover el desarrollo de dichos valores y asegura que una forma fundamental de lograrlo es a través de una arquitectura de conexión, una arquitectura que entrelace las plazas urbanas, las calles y los parques, que todavía forman la mayor parte del tejido urbano.
Curador: Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey