La reproductibilidad impulsada por las diversas herramientas mecánicas y tecnológicas han modificado radicalmente las maneras en las que nos relacionamos con las manifestaciones artísticas. Este proceso –que ha provocado cambios incluso neuronales– ha derivado en la popularización de los fenómenos culturales que iteran bajo la idea del infinito, sobre todo desde la invención del cine y de la fotografía. Ahora el abaratamiento de las herramientas ópticas y la red distribuyen dichos fenómenos con mayor eficacia que nunca.
Ante la saturación de la iconósfera y la imposibilidad de procesar la información que produce nuestra era, cabe reflexionar por las maneras en las que consumimos las imágenes.
Esta muestra propone ralentizar nuestros sentidos y nuestra experiencia. Se convoca, aquí, a caminar el espacio casi vacío, sin prisa, para ir en búsqueda de las selectas obras expuestas. Las piezas, pertenecientes a la colección del Museo de Arte Carrillo Gil, se encuentran dispersas en el espacio. Cada dos semanas se exhibirán distintas obras.
Este gesto museal procura, también, enfatizar la importancia del cuerpo que percibe y no solamente de la obra que se exhibe; de la distancia que se recorre para encontrarse con una imagen, con un signo, del silencio que se ofrece para recogerse y meditar sobre los heterogéneos sentidos que cada obra produce en quien la mira.
Toda obra exige una traducción. Queremos, mediante este experimento, proponer un espacio casi detenido, una pausa para contemplar, un manjar lento.
Mauricio Marcin
Primera rotación: 15 jun – 27 jun
Segunda rotación: 29 jun – 11 jul
Tercera rotación: 13 jul – 25 jul
Cuarta rotación: 27 jul – 8 ago
Curaduría: Mauricio Marcin Álvarez
Asistente curatorial: Tomás Pérez e Isabel Sonderéguer