Fuego amigo propone un relato sin inicio, en forma circular. Esta manera de exhibir una trayectoria no pretende anular el tiempo sino sugerir otra forma de comprenderlo, más allá de la secuencial; este círculo propone que lo sucedido hace siglos está presente ahora: el pasado se presenta para fundir la historia y confundir, como un magma en constante fluctuación.
La estructura que sostiene dos décadas de quehacer de Pia Camil proviene de los restos del incendio
accidental de su taller y emula el ejercicio alquímico de convertir el plomo en oro, de hacer y transmutar lo que nos es dado. Este círculo evoca, también, a la serpiente que se devora la cola, o que se invierte para engullir su propia cabeza, imponiendo la imagen de la naturaleza cíclica de la vida.
Desde las experimentaciones tempranas y hasta la fecha, Pia ha desarrollado una práctica mayoritariamente colectiva. Aunque las obras se firman bajo su autoría, estas se hacen en colaboración con costureras, escritoras, diseñadoras y comerciantes, reconociendo la reciprocidad y con quienes teje lazos duraderos de amistad y complicidad. Las obras surgen, también, del practicar procesos de intercambio no-económicos que ensayan formas de comercio que escapan a la lógica del capital. La colaboración y la reciprocidad son más que un modo de hacer y se postulan como un axioma que valora la diversidad, la solidaridad y la cooperación de decir y hacer con lxs otrxs.
Tras regresar a México en 2009, luego de un periodo de formación en los Estados Unidos y en Londres, sus obras se nutrieron de la observación del fracaso social y económico del modelo neo-colonial instrumentalizado por los tratados de comercio y las furias del libre mercado. Y, a contrapelo de las lógicas de gobierno que pretendieron la aspiración desarrollista, Pia Camil entrena y se inspira en heterogéneas formas pericapitalistas que la necesidad y la precariedad inventan para resistir. Sin romanticismo, las localiza y las expone, para denunciar los horrores y para postular las posibilidades-otras que las comunidades encuentran. Practica, así, una antropología situada en la urbanidad.
Su mudanza, hace unos años a una comunidad semirural en el Estado de México obedece al placer de intentar otro modo de vida, o, por lo menos, una cotidianeidad que se aleje de los discursos, las reglas y los tiempos productivos que el capital impone y encarna en toda megalópolis.
Surge entonces la duda: ¿hay un afuera?, ¿hay modo de salir, de hacer diferente? En tiempos de invasiones bélicas, de migraciones forzadas, de explotaciones neo-esclavistas cabe recordar a todxs quienes sobreviven a estas violencias omnipresentes. A quienes gozamos de determinados privilegios nos toca preguntarnos de qué modo ejercemos también violencias y desigualdades, de qué manera nuestra existencia arrasa y destruye, cómo podemos contribuir a establecer relaciones de cuidado con el entorno todo.
En este nuevo territorio se sitúa el deseo, la duda y la intención de Pia: practicar-con-el-arte como un conjunto de herramientas, saberes, léxicos y metodologías que permiten profundizar en el conocimiento interior y establecer interacciones con el mundo en pos de su incesante re-creación.
Mauricio Marcin
Curaduría: Mauricio Marcin