Durante los cinco primeros años de la década de los sesenta muchos artistas, estimulados por filósofos e historiadores, comenzaron a cuestionar la temporalidad de la modernidad así como su idea progresiva de la historia, basada en una secuencia de períodos y movimientos. Desde entonces, el tiempo como concepto comienza a repensarse y a plantearse en textos y obras de arte desde una simultaneidad entre el pasado, el presente y el futuro. Es precisamente durante esos años cuando la historiografía artística marca el cambio entre la modernidad y la contemporaneidad, entendiendo a esta última como un escenario postmoderno, donde los cambios no son cíclicos y donde imperan otras formas de contar y describir el tiempo, por ejemplo desde el arte.
Es por esto que al Museo de Arte Carrillo Gil le resulta interesante e importante abordar una selección de obras de la Colección Adrastus desde un ejercicio curatorial a cargo del curador invitado Carlos Palacios, que se plantee valorarlas desde sus inherentes sincronías, tanto como conjunto y desde sus propias especificidades, puesto que la intención institucional de esta colección consiste en reflejar la creación artística de principios del siglo XXI. Al mismo tiempo, intenta dar cuenta de las contradicciones y de la diversidad del arte en la época de la globalización cultural, política y temporal, entendiendo que actualmente vivimos precisamente bajo una amplia estratificación de temporalidades premodernas, modernas y postmodernas.
Las obras acá reunidas son como señala el propio Kubler, "una parte de un acontecimiento detenido o una emanación del tiempo pasado". Los eventos que de estas piezas se desprenden son por una parte inherentes a ellas: El tiempo como lugar, la fugacidad de un momento atravesado por la desaparición fantasmal y la huella del tiempo como una estratificación o una distancia; la memoria y el recuerdo como imágenes borrosas de la historia o el paso del tiempo como materia. Todo esto se enhebra con su condición de objetos reales y del presente. Pero paradójicamente estas obras constituyen a su vez objetos históricos, remanentes de una experiencia autoral del pasado que se instituyen como una vanitas de la voracidad con la cual el tiempo corre en nuestros días.
Es lógico que este artista concibiera esta exposición desde una estrategia colaborativa. Aguirre suele trabajar de esta manera desde 1979, cuando ingresa en “Proceso Pentágono”, uno de los célebres grupos que en México validaron el trabajo artístico en colectivo. En este ejercicio curatorial, su interpretación incorporó a otros “actores”, quienes opinaron sobre aspectos relevantes en la obra de Orozco como su visión de la mujer y lo femenino, la Revolución mexicana, la arquitectura o sobre asuntos relacionados con su vida y su proyección artística y política. De esta manera, la exposición se alza como un simposio donde la argumentación de los exponentes no solo se apoya en el discurso literario sino también visual.
Sin embargo y pese a esta intención narrativa que busca la Colección Adrastus, El ojo en el tiempo no intenta ordenar las obras bajo ninguna clasificación precisa ni de acuerdo a algún orden grupal. La intención es entender "la complejidad de las cosas sueltas", como afirma Kubler al referirse al problema de ordenar en secuencias la historia. De esta manera, viendo los objetos y las situaciones que proponen los artistas, podemos establecer nuestros propios vínculos entre las obras y sus discursos específicos; mirando estas obras podemos ver entonces las capas de tiempo representadas. Como escribiera Robert Smithson, uno de los creadores que más reflexionara tanto en sus escritos como en su obra sobre este tema durante esos años y a la vez lector atento de George Kubler: "el tiempo como decadencia o evolución biológica se elimina y permite que el ojo vea el tiempo como una infinidad de superficies o estructuras o ambas combinadas". La exposición estará abierta al público a partir del 5 de octubre y hasta el 12 de enero de 2014 en el tercer piso del Museo de Arte Carrillo Gil, ubicado en Avenida Revolución 1608, colonia San Ángel. * Como señala en las primeras líneas de su ensayo "Ante el tiempo" el filósofo e historiador Georges Didi Huberman: Siempre ante la imagen, estamos ante el tiempo"
La Colección Adrastus inicia sus actividades desde hace más de diez años, en el momento en que el coleccionista Javier Lumbreras y su esposa, Lorena Pérez-Jácome, se dieron a la tarea de formar un acervo que reflejara lo mejor de la creación artística de principios del siglo XXI y que al mismo tiempo hiciera hincapié en las contradicciones y diversidad de las expresiones artísticas en esta era de globalización". A partir de este ambicioso enfoque, estos coleccionistas han conformado un importante acervo de obras paradigmáticas de creadores tan importantes como Pierre Huyghe, Roman Ondák, Gabriel Sierra, Cinthia Marcelle, Franz Ackermann, Quisqueya Henríquez, Justin Lieberman, Pawel Althamer, Monika Sosnowska y Rosa Barba entre muchísimos otros. La variedad de temas y asuntos que estos creadores abordan en sus rompedoras soluciones formales hacen de esta colección un verdadero crisol de lo que se entiende por arte contemporáneo internacional en nuestros días.
Curador: Carlos Palacios