Instalación sonoplástica del artista Fernando Andonaegui, quien aprovecha para rendir tributo a la operación esculto-emocional del gran Matías Goeritz. El artista declara en sus conformaciones el trazo esmerado de una fenomenología sobre esa secuencia universal (del amor, del odio, del olvido), a partir de la experiencia de interlocutores dispersos por el mundo contemporáneo, que reflexionaron con estos conceptos y grabaron en sus respectivas lenguas, dando como resultado, un proceso que la artista Xitlalitl Rodriguez describe así:
Amor, odio y olvido es quizá el uróboro más conocido. Todos amamos, odiamos y para seguir viviendo, olvidamos. Si no hacemos lo primero no hay necesidad de hacer lo último. Pero la condición humana nos endilga anzuelos para permanecer en el mundo, así inicia el amor, como una secuencia de alianzas y concilios con lo externo. Con este ejercicio el espectador termina siendo interlocutor de 20 hablantes de lenguas distintas, reproducidas al unísono; una polifonía sólo se completará con la experiencia de cada escucha…
Al final veremos que el idioma no es sino un canal por donde se conducen los signos vitales (respiración, voz, sonoridad y significado) como única manifestación de los sentimientos: lo más universal que conocemos, y al final, nuestra lengua franca.
Curador: Guillermo Santamarina