Coquín rinde homenaje —por partida doble— a la cultura maya y a Carmen Tejero, compañera de vida de Alvar Carrillo Gil, quienes durante décadas (ca. 1930-1960) se abocaron a la colección de piezas arqueológicas y artesanales de esa cultura con el afán de contribuir a la preservación del patrimonio material de la misma, el cual durante esos años fue saqueado programáticamente, ocasionando invaluables pérdidas.
En 2022, por iniciativa de Gabriela Sáenz Carrillo, y siguiendo los deseos de su abuelo y su abuela, la colección de 321 piezas fue donada al Instituto Nacional de Antropología e Historia.
Tras estudiar dicha colección, Minerva Cuevas creó una escultura de gran formato mediante la combinación y modificación de cinco piezas prehispánicas. La escultura ofrece una escena de relaciones. La mujer sostiene en una mano a un ave (“Coquín” fue la manera en la que la familia llamaba a Carmen Tejero y significa ave en maya coloquial). A la vez, ella se sostiene y enraíza sobre el caparazón de una tortuga; para esa cosmovisión, el mundo terrenal flota en el medio de las aguas originales: la Tierra es representada como una tortuga emergiendo de ellas.
Aparecen en esta correspondencia un conejo y un sapo. Las ranas y los sapos fueron para diversas culturas mesoamericanas símbolos del agua y de la lluvia; en la cultura maya, puntualmente, las ranas sirven a Chaahk, dios de la lluvia: son las anunciantes. El conejo, en uno de los costados, parece guardar algo entre sus patas, recordándonos su cualidad de ladrón y suscitador de intrigas.
En la hierática escultura vibra la sonoridad en potencia: el ave recuerda al dulzor de las ocarinas; las ranas revelan su canto y auguran la abundancia; la mujer, con su amplia boca abierta deja que el viento la traspase y nos lega un mensaje silente por descifrar.
Minerva Cuevas ha denunciado, a lo largo de décadas de trayectoria, las múltiples formas de extractivismos materiales y epistémicos que han padecido las culturas originarias y ha postulado al arte como una forma de denuncia y defensa de la diversidad y de las rebeldías. Coquín opera en ese sentido y propone mirar con atención a la cultura maya, no sólo en su pasado prehispánico sino en lo que resiste de ella aún en toda la península bajo modernas formas de explotación.